ANIMO DIOS TODO LO PUEDE

  Cuando estaba en la crisis, siempre solía darme ánimo imaginando el día que escribiría mi testimonio para todos ustedes y poder decir con toda seguridad: “Animo Dios todo lo puede”. Mi esposo siempre fue un hombre respetuoso y en general muy juicioso. Se decía que era yo la que no lo quería (nunca era cariñosa con él). Llevábamos 16 años juntos y más o menos 3 en crisis, hasta el 7 diciembre de 2011, cuando decidimos en común acuerdo separarnos.

  Tenemos dos hijos: una hija de 18 años y un hermoso bebé de 4 años. En esa ocasión dolió el fracaso, pues siempre pensamos que viviríamos juntos hasta viejitos, eso solíamos decir. Antes de separarnos nos preguntamos si valdría la pena continuar por nuestro bebé, pero mirándonos el uno al otro, en definitiva pensamos que lo mejor era la separación.

  Él se fue para otra ciudad, a 5 horas de nosotros. Hablábamos todos los santos días y como el 20 él me preguntó que si no íbamos a ir a pasar la navidad con él y yo lo vi normal como amigos, además de que al bebé le afectó mucho la separación. (Pues él es un padre entregado y juega mucho con el niño). Entonces mi esposo pelea por algo que ya no recuerdo y me vine para mi casa. Seguimos separados, pero igual hablábamos todos los días y cualquier cosa que él o yo necesitara, siempre nos ayudábamos. Él estuvo muy pendiente de nosotros.

  En marzo empezamos a hablar sobre la posibilidad de volver, pero ya él estaba cambiando. Es algo que no entiendo hasta el día de hoy. Pienso que sólo Dios sabía lo que pasaba, porque me decía que quería volver conmigo, pero sus actos decían lo contrario. Viajamos nuevamente para vacaciones de semana santa y él estaba muy raro conmigo, lo que a mí me produjo mal genio y decidí ignorarlo. Mi hija fue la que nos habló a los dos y nos preguntó por qué nos comportábamos de esa forma, pues se notaba que los dos nos queríamos, que éramos personas muy buenas y que merecíamos ser felices juntos. Nos propuso que fuéramos a una terapia de pareja y mi esposo dijo que sí. Yo quería volver con mi esposo, pero no ponía mucho de mi parte y esperaba que él hiciera algo.

  Mientras tanto, nuestros hijos estaban sufriendo. Nunca me imaginé que pudiéramos hacer algo para dañar a nuestros hijos. Mi esposo vino a visitarnos a finales de abril; él estaba muy distante, fue la primera vez que me pasó por la cabeza que él pudiera tener otra persona, pero como en 16 años no había sucedido, no me dejé llevar por suposiciones y le pregunté; me dijo que no. Fuimos a hablar con un padre católico para que nos guiara, pero nos dijo que veía que nosotros ya no nos amábamos, que si volvíamos era por obligación y que Dios quería que fuéramos felices. También dijo que se nos notaba que ya no éramos felices y que lo mejor era que siguiéramos separados. Eso fue lo peor, yo me confundí mucho y mi esposo se clavó esas palabras. Hablamos sobre nuestros defectos, sobre lo que nos hizo caer en esta situación y él me dijo que yo nunca lo había querido. Eso me dolió mucho, pues no era así. Me dijo que yo era muy egoísta. En fin, él se volvió a ir y no sé por qué, pero para mis hijos esta partida fue peor… Lloraban mucho, mi hija no salía, no hablaba, todo era muy triste.

  Entonces un día decidí hablar seriamente con mi esposo. Le dije que si íbamos a volver, teníamos que tomar la decisión y que obviamente él tenía que volver lo más pronto posible. Me arriesgué y le dije si no estaba aquí para el 12 de mayo, día de las madres, yo daría por entendido que él no quería volver conmigo y que dejaríamos todo así. Mientras, yo en mi casa oraba y le hice una promesa a Dios, que si él volvía, yo cambiaría y tomaría sus reclamos en cuenta.

  El volvió, pero no era mi esposo, era otra persona. Es difícil de explicar porque durante tres meses aparentemente éramos la pareja ideal, pero yo sabía que algo pasaba y como todo estaba aparentemente bien, no sabía qué hacer. Muchas veces le pedí que no me engañara, que me dijera si él había tenido a alguien y siempre me lo negó, hasta que un día estábamos hablando y timbró su celular; él se puso muy nervioso y canceló la llamada. Fue ese día cuando me confesó llorando que estaba enamorado. Sentí como si me hubieran clavado una daga en el corazón. Él no me dijo que tenía ni tuvo otra, me dijo llorando: “¿qué hago si me enamoré y ya no te quiero?”, pero no te quiero hacer daño”. Desde ahí comenzó mi suplicio; él se cambió de habitación, escondía el celular y lo colocaba en silencio; a veces lo pillábamos hablando a escondidas; fue horrible. Hablábamos y hablábamos pero él siempre decía lo mismo: “¿qué hago si ya no te quiero?” La situación con la llamadera de la OM se volvió imposible. Comencé a decirle a mi esposo que era mejor que se fuera si seguía así.

  El 12 de septiembre se fue. Sentí que me moría de tristeza, de desilusión; siempre me pregunté lo mismo: ¿por qué volvió?, ¿Para qué? Habría sido mejor que nunca hubiera vuelto. Esa noche no podía dormir, sentía una tristeza muy grande y pensé que sólo Dios me podría entender, entré a internet y comencé a buscar meditaciones y fue así como conocí la página de Jesús Salva mi Familia!. ¿Cómo? no sé, la verdad es que simplemente estaba buscando y apareció esta página maravillosa, entré al chat, y desde ese momento empecé a entender muchas cosas (yo pensaba que ya no amaba a mi esposo).

  Decidí luchar, le presenté la página a mi hija y ella me apoyó. Comenzamos a rezar el rosario de la liberación, a leer la palabra, y a seguir al pie de la letra todas las indicaciones de la página, cómo no hablar mal de tu conyugue (así sea cierto), y que orar por la OM es muy importante. Cuando me daba rabia o tristeza doblaba mis rodillas y era tan maravilloso sentir a mi Señor, cómo me levantaba, no importaba, mientras más triste me sentía, más oraba y con el pasar de los días dolía, pero nunca igual porque cuando oras ya no tienes miedo, ya no te sientes solo y sabes que algún día tu recompensa llegará. Leer los testimonios me hacía llorar y como les dije, sólo me imaginaba el día en que yo estuviera escribiendo el mío. ¡Gloria a Dios!

  Fui tan bendecida que tuve la fortuna de ir al congreso que se realizó el 3 de noviembre en Bogotá. Hasta el día de hoy, doy gracias a Dios por haberme llevado hasta esto, aprendí tanto, comprendí tantas cosas, como: que hay que perdonar, hay que preocuparse por hacer feliz a tu pareja y que siempre en el medio, debe estar Dios. Durante todo el proceso, tenía bajones porque leía muchos testimonios de personas que llevan mucho tiempo esperando la restauración de su hogar y yo no me veía esperando tanto tiempo. Comencé también a pedirle a Dios que si su Voluntad era que tenía que esperar mucho tiempo, sólo me diera fortaleza para no darme por vencida y botar todo, pero como les dije, lo mejor como dijo un padrecito en el congreso, es que entre más dura sea la batalla, mejor se pone, es cuando más debes ir ante el Santísimo, orar, orar, orar y tener la seguridad de que Dios todo lo puede y escucha nuestras oraciones.

  Amigos, mi esposo me dijo que nunca volvería conmigo, que él no podría volver a consentirme, que uno se enamoraba de cualquier persona menos de la ex esposa, que era imposible restaurar tanto dolor y que además él me conocía y sabía que yo nunca le perdonaría la mentira. me lo dijo de todas las formas que ustedes se puedan imaginar y yo siempre le respondí lo mismo: eso no lo sabes ni tú ni yo, solo mi Dios sabrá lo que va pasar con nosotros y yo haré su Santa Voluntad.

  ¡Gracias a Dios mi esposo volvió! el 3 de diciembre y hasta el día de hoy, aquí vamos dando la lucha y les cuento no es fácil porque a veces el enemigo me trae malos recuerdos a mi mente, pero no me dejo ganar, todos los días ¡Le doy gracias a Dios por haberme devuelto mi familia!. Cuando abrazo a mi esposo, siempre le doy las gracias a Dios. EL me prometió restaurar mi hogar y yo no le puedo fallar!!… gracias amigos, la lucha es con el espíritu, eso está claro. Amén! amén! amén! bendiciones y seguiré orando para que en el proceso, mi Dios les de fortaleza. Recuerden: ¡No estamos solos!, somos hijos de un Rey, príncipes y princesas arriba. ¡El tiempo de Dios es perfecto!