TESTIMONIO DE RESTAURACIÓN MATRIMONIAL

   Les voy a relatar mi testimonio para que Dios en su infinita Misericordia pueda hacer el milagro en sus vidas y en sus matrimonios.
Nuestro hijo mayor me habló una mañana del mes de septiembre del año 2009, estaba próximo a contraer matrimonio, y en su semblante pude ver la angustia y desesperación, me abrazó y me dijo: “No puedo más, mamá, mi papá anda con otra mujer”. Me quedé estupefacta, un cúmulo de sentimientos agolpó mi mente, quedándome inerte, sin habla, y sentí que una espada atravesaba mi corazón, no sabía qué era lo que vendría después. Nuestros tres hijos sabían todo, porque nuestra hija había descubierto mensajes en el celular, los cuales lo delataban del sentimiento que tenía hacia ella.

  Empezó la más grande pesadilla de mi vida, ¿qué hacer ahora? ¿Cuál sería el paso a seguir? viendo que mi hogar se derrumbaba. Mi corazón latía rápidamente y me temblaba todo el cuerpo y con mucho frío. Cumplíamos ese año 2009 el 6 de octubre 30 años de casados, empecé grabándole un cd de nuestras canciones de amor, y la que más me hacía llorar y me desgarraba el corazón era la de no puedo estar sin ti de Rosana, que dice: “No quiero estar sin ti Si tú no estás aquí me sobra el aire No quiero estar así Si tú no estás, la gente se hace nadie Si tú no estás aquí no sé qué diablos hago amándote Si tú no estás aquí sabrás que Dios no va a entender por qué te vas”…Descubrí que lo que a mi esposo le molestaba era que yo no lo valorara, sin pensarlo no me di cuenta, que yo lo menospreciaba delante de mis hermanos.

   Empecé a tener un desgaste porque no sabía cómo rescatar a mi esposo y como rectificar mi error. Yo le insistía en que No me dejara, que me respetara, que él era el amor de mi vida. Pero le envolvía una obsesión muy grande por ella, que por un oído le entraba y por el otro le salía, eran palabras vacías y sin sentido. Busqué ayuda en distintos lugares, retiros, psicólogos, amigas, amigos, sin encontrar nada claro.

  Un Sacerdote/psicólogo me dijo: “eso si tiene arreglo”, el hombre por naturaleza es machista y para Dios no hay nada imposible. Me enfermé y aún sigo mala del corazón, tengo taquicardia que no ha querido ceder, pienso que es por el desgaste emocional que tuve ir al cardiólogo y me dio más medicina, le pregunté que si uno tenía problemas de pareja, que si eso afectaba el corazón, el Doctor me contestó: “Por allí deberíamos de ver empezado.”

  En las noches no dormía, y pasaba horas de horas dándole vuelta a la situación tan martillante en la mente y con el corazón latiendo fuertemente, llorando, rezando, confundida en el silencio, donde las horas se hacían eternas. Y cuando mi esposo se levantaba y se daba cuenta de que estaba despierta me regañaba, y me decía dormite, daba la vuelta y me hacia la dormida, quieta, sin ningún movimiento para que ya no siguiera con el enojo. Y yo me repetía ese no es mi esposo, es el enemigo quien le pone esas palabras groseras para mí. Las mentiras que él me decía, yo las descubría sin querer, los cientos de mensajes para ella, era cada uno un latigazo para mi mente y mi corazón, y cuando yo lo veía manipular el celular era como que se me desgarrara el alma, me temblaba el cuerpo y con escalofríos sin poder decirle nada para que no se pusiera enojado. Era grosero con sus palabras y eso me hacía sentir el ser más despreciado del mundo, me sentía con una enorme baja autoestima, me sentía fea, gorda, depresiva, humillada, desconfiada, maltratada, su voz muy fuerte me resonaba en mis oídos, etc. Que enfermizo se vuelve todo hay una desconfianza de todo.

  Otro tema el económico, el gastaba con ella lo que no gastaba en mí. Y dejó unos meses de ir aportando cada vez menos al hogar. Perdí el deseo de ser hacendosa en la casa, y cada día decía que este sufrimiento no iba a ser eterno y contaba los años que podrían quedarme de vida, para poder soportar el intenso dolor.

  Como mi lucha era desordenada no podía esperar que todo se compusiera en nuestro hogar, Jesús quería ver mi cambio primero, luego llegó a mi vida la página de JSMF y entonces empecé lucha intensa, me dediqué a seguir los pasos uno por uno, Y me propuse salvar nuestro matrimonio aunque eso me costara la vida, yo no podía romper la promesa y decidí agarrada de la mano de Dios, sacar a mi esposo del fango en donde había caído.

Lo que hice fue lo siguiente:

1. Empecé por confesarme.

2. Luego empecé a orar más intensamente como debería de ser.

3. Me propuse un ayuno todos los días hasta las doce del mediodía, y como la tristeza me vencía, hasta se me olvidaba después comer.

4. Mi penitencia fue quitarme el chateo con mis amigas, que tanto me hacían falta porque con ellas compartía mi pena. Esa penitencia me quitó también que por el gran desaliento que uno pasa, sin querer o con querer uno hecha peste a su esposo, que es lo que más quiere el enemigo que uno haga.

5. Sacrificio de no contestarle nada a mi esposo, aunque me estuviera muriendo por todo lo que me decía.
Confieso que hubo dos o tres veces que si me le dejé ir encima lastimándolo, era la desesperación más grande que me ponía el enemigo y entre más hacia eso, más lo alejaba de mí. Sentía morir, lloraba desesperadamente, y él más se enojaba al ver mi llanto, amanecía con un dolor terrible en mi cuerpo y en mi alma, los ojos hinchados de tanto llorar, y sin embargo a sobreponer fuerzas para ir a la oficina a trabajar. Trabajaba sin deseos, cometía errores que me costaban regañadas de mis jefes, ya no podía, no sentía fuerzas. Mi hija me decía mamita si tú no eras así, tú antes nos dejabas comida, y mantenías la casa más arreglada que te pasa. Deja que mi papá se vaya. Me sentía más hecha pedazos.

6. Visitas frecuentes al Santísimo Sacramento, le pedía que me ayudara a sanar mis heridas y el sentimiento de mi esposo por la OM.

7. Iba a Misa cada vez que podía y sobre todo el domingo.

8. Rezo aún la Corona de la Divina Misericordia, para que nos siga protegiendo.

9. Rezaba el Rosario a nuestra Madre para que intercediera por nuestro matrimonio, hasta lo hacía dibujado en un papelito como no podía de otra manera en la oficina, me ponía como si estuviera escribiendo, pero yo estaba rezando y pintando cada Avemaría con una flor.

10. Le impuse manos a mi esposo cuando estaba dormido, yo no sabía cómo hacerlo, pero leí que cuando uno lo hace de corazón siempre llega la oración a Jesús y María.

11. Le echaba agua bendita en la cama, en sus zapatos, en sus celulares, en su ropa. Etc.

12. Reprendía en la oración al enemigo en el nombre de Jesús para que saliera de nuestro hogar.

13. Otra cosa que hice fue que una amiga me ofreció rezar todos los días a las 10 de la mañana una décima del Santo Rosario por la OM y me dijo hagámoslo juntas para que tenga más poder. Hincada en el baño de mi oficina todos los días me encerraba para llevarlo a cabo.

14. Cada cinco minutos venía a mi mente lo que nos pasaba, entonces me ponía a decir jaculatorias, cada vez que se me venía el pensamiento a mi mente de que mi esposo podía dejarme. Y pensaba que ella tenía posibilidades económicas para ofrecerle a él de todo.

15. Todo el día me pasaba orando, en medio de mis quehaceres diarios de mi oficina, viendo mensajes positivos, videos de YouTube y me enamoré de Jesús para no bajarme de la cruz y rescatar a mi esposo de esa batalla contra el enemigo. Me enseñaron a que la batalla no era en contra de mi esposo sino en contra del enemigo, razón por la cual hice con mi esposo lo siguiente: Le atendía con su comida, aunque sabía que el venía de otro lado. Trataba de obedecerlo en todo, sin reclamos, ni comparaciones con nadie. Le daba cariño y amor cuando él se dejaba. Le lavaba sus pies. Lo valoré más que a mi vida misma. Trataba de callar para no pelear ni discutir nada. Y traté de organizar algún viaje los dos solos para enamorarlo. Me arreglo siempre para él, como a él le gusta, sexi, coqueta, etc.

  En medio de mi lucha de todo lo que hacía, aún mi esposo me dijo que se quería divorciar, me confesó directamente que tenía un sentimiento fuerte por la OM, no sé cómo pude aguantar ese puñal tan fuerte en mi corazón, fue Jesús que me sostuvo con sus clavos en la cruz, y pensar como Nuestra Madre María pudo ver a su hijo colgado de una cruz, logré aguantar, porque yo por mis propias fuerzas no hubiese resistido. Y le dije: Yo te voy a ayudar, porque yo tenía fe que ya Jesús de la Divina Misericordia y María Santísima estaban conmigo en la lucha. Eso que le dije, entre todo lo que hacía para rescatar mi matrimonio, fue esencial para que mi esposo decidiera decir un “Basta ya” a su relación y comprendió que solo con sus fuerzas no podía salir, sino contando con Jesús y con mi apoyo.

  Le había conseguido un retiro al cual hizo el intento de ir, pero no fue, yo sentía que la tierra me tragaba, pero me aguanté y le dije: Amor aún no es la voluntad de Dios, para que vayas, ya será en otra oportunidad. Yo sabía que el enemigo estaba jugando con nosotros aún. Coincidió con la Semana Santa, no sabía en qué momento el sacrificio daría resultado, pero me agarré fuertemente de la mano de Jesús y María Santísima nuestra madre. No me imaginaba la grandiosa sorpresa que me tenía preparada Jesús, terminé el ayuno el viernes Santo, y junto con mi esposo morimos con Jesús el viernes Santo y volvimos a la vida, el Domingo de Resurrección. Me propuse con todas mis fuerzas a rescatar a mi esposo de las garras del demonio y poniéndome la armadura para ganar la batalla con la certeza que Dios cumplía sus promesas. Mi esposo se fue a confesar el martes Santo, y luego hizo toda la semana ayuno y dejó tirado el sentimiento que tenía por la OM, y resucitamos juntos con Jesús el Domingo de Resurrección. Se llegó el tiempo del nuevo retiro que le había propuesto y asistió lleno de gozo y salió como un hombre nuevo, nuevo en Cristo, que ahora está asistiendo a un Curso de Predicación y dando también una clases de Biblia, puesto que mi esposo además de ser Ministro de la Eucaristía es agente de pastoral.

   El enemigo ataca más a los que estamos involucrados en la iglesia, pero no nos dejemos vencer en estas pruebas porque luego viene la ganancia en Cristo Jesús. Hermanitos en Cristo: ¡sigan adelante en la batalla!, sin reprochar a sus esposos y perdonando de corazón y sin bajarse de la cruz, que luego permitirá la bendita restauración de sus hogares y vivirán como yo el vino nuevo del amor, porque los segundos vinos son los mejores.
¡La Gloria y la honra sea para Jesús y María Santísima!.