Mi testimonio como muestra de agradecimiento a JSMF

Hermanos Comparto mi testimonio de restauración como una pequeña muestra de agradecimiento a JSMF por ser el instrumento que Jesús y María usaron en la restauración de mi matrimonio y familia.  Providencialmente, llegué a esta página en la Navidad del año 2011,  buscando desesperadamente una “oración de restauración matrimonial” días después de confirmar que mi esposo estaba saliendo con otra mujer.  Aquí, encontré mucho más que solo la oración que necesitaba, encontré muchas respuestas, el camino para empezar lo que sería una gran batalla espiritual –por cierto en ese momento, no tenía ni la más mínima idea de qué se trataba- y sobre todo encontré la fortaleza, a través de tantos y tantos testimonios para seguir luchando y no darme por vencida.  Aprendí como el enemigo actúa en los casos de infidelidad, aprendí a someterme a la Voluntad de Dios y a no tener miedo, a confiar en la intercesión de María Santísima, a visitar a Jesús Sacramentado, aprendí a no meter mis manos, a no cobrar venganza a tanta humillación sino a dejar que Dios actuara a Su tiempo y en Su forma; pero principalmente aprendí que no sólo mi esposo en adulterio era un pródigo, yo también; ambos cometimos el grave error de dejar a Jesús y María fuera de nuestro matrimonio por mucho tiempo, prácticamente desde nuestro noviazgo, aunque estamos casados por la Iglesia, construimos sobre arena y esa casa cuando vino la tormenta se derrumbó por completo.

   Nos casamos en noviembre de 1994 siendo aún muy jóvenes, él 22 y yo 21 años; al año siguiente ya éramos padres de nuestra primera hija, al cumplir 30 años de edad ya teníamos cuatro hijos;  todo iba demasiado rápido en nuestras vidas: las responsabilidades, los gastos, más responsabilidades y muchas bocas que alimentar; como “padres responsables” nos esforzamos en darles todo lo necesario, o por lo menos eso pensábamos, apenas teníamos tiempo para compartir y dedicarnos el uno al otro, y Dios? fuera de nuestra familia; es decir, siempre fuimos católicos creyentes pero no muy practicantes y justificábamos la situación acallando la conciencia diciendo: “Dios sabe que no tenemos tiempo; Dios sabe que no podemos ir a la Iglesia con tantos niños pequeños, etc.” y pues así se fueron pasando los días, los meses y los años… hasta que… llegó la tormenta!  De hecho, ya se había presentado infidelidades previas que yo consideraba no “tan graves” porque según yo no pasaron a mayores pero Jesús mismo dice: “solo con ver a alguien con malos deseos ya se comete adulterio en el corazón”, no atendí el llamando, no entendí la advertencia.
 
  Como comenté al principio, era la Navidad del año 2011, recién habíamos cumplido, 17 años de matrimonio, mi esposo tenía un buen empleo, el mejor en los últimos años, habíamos logrado estabilizarnos económicamente, en general había sido un buen año, no tenía mayores preocupaciones aunque su trabajo requería que estuviera fuera de casa durante casi toda la semana, pero a mi criterio eso no era un problema; en ese entonces, nuestros hijos tenían 16, 14, 11 y 8 años respectivamente.  En el último trimestre del año noté que su carácter estaba fuera de lo normal, se mantenía molesto como enojado pero lo atribuía a que estaba por cumplir los 40 y pensé que se debía precisamente a la famosa “crisis de los 40” luego también empecé a notar que el dinero cada vez alcanzaba menos y pues esa fue otra señal, finalmente confirmé a través de las redes sociales una mentira sobre un viaje que me dijo era de trabajo y en realidad no lo era… ese fue el inicio de mi calvario porque lo lógico era que al ser descubierto se sintiera mal, se arrepintiera, me pidiera perdón y pues buscáramos ayuda, pero de eso… NADA!! Fue todo lo contrario, se empezó a comportar de una manera descarada, llegando al cinismo, ya no se molestaba en mentir y si lo hacía era por su propia conveniencia no por evitarme algún sufrimiento, me humilló cuanto pudo, me dijo las palabras más hirientes que he recibido en toda mi vida, me dijo que amaba a la otra mujer y lo más devastador para mí, fue un día que me tiró por la cara una prueba de embarazo positiva, había remedio a todo esto? Dónde? Quién podía ayudarme? De un día a otro pasé de, según yo, tener un sólido matrimonio de 17 años a ver ruinas por todos lados en cuestión de horas. Enloquecí! Me sentía devaluada, humillada, engañada, solo quien ha pasado por algo así puede entender el profundo dolor que provoca la decepción y más cuando uno ha cometido el grave pecado de darle al esposo el lugar que solo le corresponde a Dios, el primer lugar.

  Mi esposo nunca llegó a irse de la casa y durante ese tiempo ya no tenía que viajar tanto; lo trasladaron a nuestra ciudad, el problema más grande es que la om era compañera de trabajo, lo que implicaba que yo sabía que se miraban a diario, que compartían algún tiempo de comida y quizá algo más… para mí era dolorosísimo, no paraba de llorar todo el día, no comía, no dormía en menos de tres meses pesaba 20 kilos menos,  estaba muriendo en vida o mejor dicho me estaba dejando morir… Así, viviendo casi en automático fueron pasando los días y al cabo de nueve meses empecé a ver la respuesta del Señor, mi esposo empezó a sentir la necesidad imperiosa de confesarse, situación que disgustó sobremanera a la om, llegando a amanezar que si lo hacía iba a pagar las consecuencias; y así fue… pagó la consecuencias benditas de ponerse a cuentas nuevamente con Dios, después de esa confesión, vino un Retiro para Matrimonios en el cual el Espíritu Santo lo tocó fuertemente, renovó nuestras fuerzas porque si bien es cierto uno piensa que solo uno se desgasta en esta lucho, eso no es cierto, el cónyuge que vive en el pecado se desgasta muchísimo también, obvio que eso el enemigo lo oculta de nuestra vista.

  Después de casi tres años de restauración, el Señor como lo dice su promesa, nos restituyó todo lo que nos había sido robado.  Mi esposo es un hombre totalmente renovado, un hombre oración, de rezo diario del Rosario, de visita al Santísimo, de confesión frecuente, de Eucaristía dominical; ahora él lo ofrece todo por la sanación total de las heridas de mi corazón, porque esto no es magia es todo un proceso, pero él ha tenido la paciencia de soportar mis altibajos, y de qué más se trata el matrimonio sino  de eso!! Estar en las buenas y en las malas. Ingresó nuevamente a la universidad pero no para estudiar una maestría o algo parecido, estudia Teología, ya cerró el diplomado y ahora va por la licenciatura; hace cinco años atrás esto hubiera sido impensable para mí… Increíble!!!.

Y qué decir de nuestros hijos… ellos dicen que somos su ejemplo, que vieron que el amor verdadero sí existe y que la única forma de encontrarlo es de la mano de Jesús y María, eso nos llena de alegría y gozo, sobre todo considerando que tanto mi esposo como yo venimos de hogares divorciados! La lucha no es solo por el matrimonio, es por la familia entera, los hijos inclusive los nietos que aún no conocemos, tenemos la tranquilidad de saber que cuando los problemas se presenten en sus futuras familias ellos saben a quién recurrir… Una vez leí que alguien escribió: “Bendito adulterio que me llevó a los pies de mi Señor” en su momento yo no podía siquiera pensar que algún día sería capaz de estar de acuerdo con semejante afirmación, pero quiero contarles que estoy muy cerca de poder sostenerlo también! Solo Dios puede sacar algo bueno de nuestras “desgracias” pero tenemos que ser esforzados y valientes para conseguir la corona de la Victoria en Cristo, para Él nada es imposible! Por último los animo a seguir luchando porque si Jesús Salvó Mi Familia, quiere salvar la tuya también. Bendiciones!!!
Paz y Bien!

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