TU TIENES EL DEBER DE LUCHAR POR LO QUE HA BENDECIDO

   Queridos hermanos en Cristo: Hoy quiero compartir con ustedes. Mi experiencia por el camino de la restauración de mi matrimonio. He aquí la historia:
Me casé a los 27 años y los 34 años. El 6/3/1987 por civil y el 7/3/1987 por la Iglesia. Ambos decidimos tener un niño, Dios nos bendijo con el embarazo y así fue que nuestro hijo vino a nuestro hogar el 25 de diciembre de 1987. A los 3 años empezaron los problemas, mi esposo estaba desinteresado por todo lo que fuera nuestro hogar. Trataba mal al niño. Y a mí también. Luego comenzó una mujer a perseguirme con insultos, obviamente disputándome el esposo. Como a mí me daba vergüenza casi no salía al centro, solo iba a la oficina a trabajar.

    Quedo embarazada de nuevo y al enterarse la OM se fue a la oficina a insultarme y hacerme pasar vergüenza, tan mal lo pasé que perdí instantáneamente el embarazo. ¿Ustedes se preguntarán que hizo mi esposo? ¡Nada!. Me dijo sencillamente que eso eran reyertas de mujeres. Que me arreglara sola. Al poco tiempo perdió todo el negocio, embargando hasta la vivienda, deudas y más deudas, ahí tuve que enfrentar una situación además de la matrimonial, económica. Pedí ayuda a mis padres para que me atendieran a mi hijo las horas que yo estaba afuera de casa trabajando, pues tuve que redoblar las horas para tener una entrada de dinero mejor. Ahí en esas circunstancias cuando mi familia me rogaba que abandonara a mi esposo, yo decidí defenderlo e intentar tener el hogar que había soñado junto con mi esposo.

   Un sacerdote me dijo: ” Hija tú tienes el deber de luchar por lo que Dios ha bendecido” Tuve mi segundo hijo. En medio de ésta lucha espiritual. El sacerdote me dijo que hiciera el rezo del Santo Rosario todos los días a la misma hora que hiciera la petición a la Virgencita, que sanara el matrimonio de toda enfermedad espiritual y mental y que mi esposo mientras yo elevara la oración a nuestra Madre, iba a intentar sacarme, pidiendo cualquier cosa, me pidió que yo no contestara, pues ese no era mi esposo, era el coludo, que no quería que la presencia de la Virgen estuviera en nuestra casa. Y realmente fue así. Llegó a gritarme porque no le contestaba.

   Seguí firme con la oración. Y un día se puso a la par mía, (después de casi dos años de oración), primero me asustó pensé que me iba a hacer algo. NO. Se puso a seguir rezando los Ave María junto a mí. Cuando terminamos el Santo Rosario, me abrazó. Ese fue un verdadero comienzo, la piedra fundamental de la restauración. Llevamos casi 15 años restaurados. Pusimos en nuestras vidas la oración, El Santo Rosario es nuestra arma. Nunca dejamos de hacerlo. En el transcurso del tiempo él consiguió trabajo, levantamos el embargo que tenía nuestra casa. El consejo del sacerdote fue: Rezar, no gritar o contestar con malas actitudes a sus malas actitudes, que fueron… puf… tantas. Amar a Jesús en él hasta que duela decía el sacerdote. Sí, es así.

   ¿Ustedes se preguntarán que pasó con la OM? Vive en la misma ciudad en el día de hoy, pero enfrenté la situación con firmeza y legalmente y nunca más molestó nuestra paz. Se pasan desdichas en la vida del matrimonio, cuando nosotros mismos nos cruzamos de brazos como esperando que el otro haga algo por nosotros. Yo busqué a Dios y lo puse en mi corazón y así le llegó a mi esposo y luego a nuestros niños. Hoy mi esposo tiene 57 y yo 50. Estamos juntos con dos hijos de 21 y 15. Todo se puede con Jesús y María. TODO.